La Inteligencia Artificial Generativa se afianza en las aulas universitarias: así la usan los estudiantes en España
23/10/2025 | https://doi.org/10.63083/lamec.2025.54.mmmg
La irrupción de la Inteligencia Artificial Generativa (IAG) está transformando rápidamente la educación superior, al modificar los procesos de aprendizaje y enseñanza. Herramientas como ChatGPT, Copilot y tutores virtuales permiten a los estudiantes mejorar su rendimiento académico, personalizar su aprendizaje y facilitar tareas educativas. Más de la mitad del alumnado universitario ya ha utilizado o considera utilizar estas tecnologías, motivados principalmente por su facilidad de uso, su utilidad y la mejora de competencias.
La irrupción de esta tecnología y la transformación que se está produciendo en el mucho académico, requiere un marco ético sólido que aborde la equidad, la privacidad de datos, la integridad académica y el uso responsable de estas herramientas.
Una reciente investigación realizada con estudiantes de diez universidades públicas españolas revela cómo estas tecnologías están siendo adoptadas de forma masiva por el alumnado, con qué fines las utilizan y cuáles son sus principales preocupaciones, o la falta de ellas.
¿Qué se ha investigado y cómo?
La investigación, de carácter cuantitativo, recogió datos a través de un cuestionario en línea distribuido entre estudiantes de diferentes áreas de conocimiento. En total, se analizaron 353 respuestas válidas, con una muestra diversa en términos de género, edad (media de 21,1 años) y disciplinas académicas (desde Ingeniería hasta Ciencias de la Salud).
El objetivo era analizar cómo el alumnado percibe la facilidad de uso, la utilidad, el impacto en su rendimiento académico y las preocupaciones éticas en torno al uso de herramientas de IAG, como ChatGPT o Grammarly.
Qué dicen los datos
Los resultados de la investigación muestran una adopción generalizada de las herramientas de Inteligencia Artificial Generativa por parte del alumnado universitario. En primer lugar, los estudiantes consideran que estas tecnologías son muy fáciles de utilizar, con una puntuación media de 4,65 sobre 5, lo que indica un alto nivel de familiaridad y comodidad en su manejo. Esta percepción se refuerza con la utilidad que les atribuyen. Con una media de 4,14, los encuestados afirman que estas herramientas les resultan muy útiles para resolver sus tareas académicas, desde la redacción de textos hasta la comprensión de conceptos complejos. Respecto al impacto en el rendimiento académico, la valoración media se sitúa en 3,18, una cifra que, aunque más moderada, sugiere que los estudiantes perciben beneficios concretos en su desempeño tras incorporar estas tecnologías a sus rutinas de estudio. Sin embargo, el aspecto más preocupante del estudio es la escasa inquietud ética que manifiestan los participantes. La variable relacionada con las preocupaciones éticas obtiene una puntuación media de solo 2,33, lo que indica que cuestiones como la privacidad de los datos, el uso responsable o el riesgo de plagio apenas están presentes en las reflexiones del alumnado sobre estas herramientas. Este contraste entre la alta valoración funcional y la baja conciencia crítica revela un desequilibrio que debería ser atendido por las instituciones educativas si se quiere fomentar un uso responsable y ético de la IA en el ámbito académico.
Las herramientas más usadas
Entre las herramientas de Inteligencia Artificial Generativa más utilizadas por el alumnado universitario destacan seis nombres principales: ChatGPT, Grammarly, Notion AI, Copilot, Socratic y Tutor.ai. ChatGPT y Copilot se posicionan como las más populares, no solo por su accesibilidad, valorada muy positivamente por los estudiantes (4,8 y 4,7 sobre 5 respectivamente), sino también por la frecuencia de uso, ya que son empleadas al menos cuatro veces por semana por un número significativo de estudiantes. Grammarly, que actúa como corrector gramatical y de estilo, también cuenta con una alta valoración en términos de accesibilidad (4,31), siendo utilizada entre una y tres veces por semana. Otras herramientas como Notion AI, Socratic y Tutor.ai tienen una frecuencia de uso algo menor, con valores medios de entre dos y tres veces al mes, pero mantienen una presencia constante en el curso académico del alumnado. Todas ellas cumplen funciones específicas que complementan el trabajo académico, desde generar contenido y mejorar la redacción, hasta explicar materias complejas como matemáticas o ciencias o ayudar a organizar tareas. En conjunto, los resultados muestran que los estudiantes no solo utilizan estas herramientas con regularidad, sino que también las consideran altamente accesibles, ya que todas tienen una versión gratuita con un rendimiento adecuado a las necesidades del estudiante, lo que contribuye a su rápida adopción en el contexto universitario.
¿Qué está fallando?
Uno de los hallazgos más relevantes es la baja preocupación ética por parte del alumnado. Muchos no se plantean qué ocurre con los datos que comparten o cómo puede afectar la IAG a la originalidad de sus trabajos. Esto contrasta con la preocupación creciente en el ámbito educativo por los riesgos del uso indiscriminado de estas tecnologías, especialmente en lo relativo al plagio o al debilitamiento del pensamiento crítico.
¿Y las universidades?
La mayoría del alumnado señala que no recibe apoyo suficiente por parte de sus centros educativos para aprender a usar estas herramientas de manera ética y eficaz. De hecho, muchos reclaman formación específica que les permita sacar el máximo provecho a estas tecnologías sin comprometer la calidad de su aprendizaje.
Conclusión
Las herramientas de IAG se han convertido en verdaderas aliadas para los estudiantes universitarios. Les permiten resolver dudas, organizar sus tareas, mejorar su redacción y ser más productivos. En otras palabras, son casi una “varita mágica” para su día a día académico.
Sin embargo, esta revolución tecnológica plantea una cuestión de fondo: ¿estamos formando a estudiantes más eficientes o más dependientes? ¿Están las universidades preparadas para guiar esta transformación? Si bien la IA puede mejorar el rendimiento académico a corto plazo, también es necesario preguntarse por las implicaciones que tiene en el desarrollo del pensamiento crítico, el esfuerzo personal y la autonomía intelectual, aspectos fundamentales en la formación de futuros profesionales.
La conclusión del estudio es clara. La IAG ha llegado para quedarse en las aulas, pero necesita una hoja de ruta que garantice su uso ético y responsable. Eso implica formar tanto a estudiantes como a docentes, investigar más para conocer las cuestiones que puedan requerir atención en la implementación de esta tecnología y diseñar políticas educativas adaptadas a esta nueva realidad. La clave está en equilibrar el uso de la tecnología con una formación que potencie la reflexión, la ética y la responsabilidad. Solo así la revolución de la inteligencia artificial en las aulas podrá traducirse en un verdadero avance educativo.
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